En 1968, un grupo de artistas de vanguardia porteños y rosarinos protagonizó una serie de radicales acciones que explicitaron su ruptura con las instituciones artísticas modernizadoras y con las formas establecidas de concebir y practicar el arte. Al postular que sus realizaciones experimentales eran efectivas contribuciones al proceso revolucionario (cuya resolución vislumbraban inminente), estos artistas redefinieron también los modos consabidos de articular arte y política.Cuando este libro se publicó por primera vez, en 2000, apostaba a intervenir en un incipiente espacio de luchas por definir el sentido y el impacto de aquella experiencia radical, apuntando al rescate de su condición de desafío sobre su tiempo y el nuestro. Ante la in